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¿Sabías que...
 
en este periodo el sueño de tu bebé cambia para parecerse al de los adultos? En torno a los 4 meses se produce una maduración del cerebro de los bebés que hace que su sueño pase por nuevas fases, asemejándose al sueño de las personas adultas. Esto hace que se despierten con mayor frecuencia, ¡aunque si se les atiende rápido, se duermen enseguida!

 

Las vacunas de los 4 meses

A los cuatro meses vuelven a tocar vacunas, poniendo segundas dosis de vacunas ya administradas a los dos meses, añadiéndose la vacuna de la meningitis C, tal y como marca el calendario vacunal. Aunque parece que son muchas vacunas de golpe, porque son varias inyecciones y quizás una administrada por vía oral (rotavirus), tened en cuenta que su cuerpo está preparado para recibirlas, porque en realidad recibe muchas más vacunas. Una de ellas, por ejemplo, incluye seis vacunas en una sola inyección, lo cual es una buena noticia porque en un solo día estará mejor protegido de enfermedades potencialmente graves.

Se acaban los permisos de maternidad y paternidad: ¿Qué hacemos con la lactancia?

A pesar de los esfuerzos sociales por conseguir un permiso maternal más amplio que coincida al menos con los 6 meses de lactancia materna exclusiva que recomienda la OMS, la realidad es que a los 4 meses finaliza el permiso de maternidad y paternidad para los progenitores.

La incorporación laboral de la madre lactante suscita otra preocupación: ¿Podré continuar con la lactancia materna o tendré que destetar al bebé? La OMS recomienda que los bebés continúen con lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses, por lo que está contraindicado introducir en su dieta otros alimentos hasta entonces. Recordad que contáis con un permiso de lactancia del que podéis disfrutar tanto la madre como su pareja, si la hay; puede disfrutarse acortando la jornada laboral durante unas semanas, o bien agrupándolo en días que pueden sumarse a los permisos de maternidad y paternidad.

Entonces, ¿cómo se hace? ¿Hay que extraer leche con semanas de antelación y congelarla para que el bebé pueda tomarla cuando mamá no esté? En la actualidad, la mayoría de profesionales están de acuerdo en que no es necesario crear un gran banco de leche materna, ya que suele resultar suficiente con las tomas que el bebé hace cuando la madre está en casa y la leche que esta se extrae durante la jornada laboral. En cualquier caso, la recomendación dependerá un poco de la realidad de cada familia, de las horas que la madre permanecerá sin ver a su bebé, etc. 

Muchas veces, el bebé rechaza la leche materna congelada porque huele a agrio y tiene un sabor rancio. Esto sucede con la leche de algunas mujeres por la acción de una enzima llamada lipasa, que genera nuestro organismo para digerir las grasas que ingerimos. En el caso de los bebés, la leche materna contiene las grasas y además las enzimas que ayudarán al bebé a digerirlas, y tras la extracción, la lipasa empieza a actuar, provocando que la leche adquiera un olor y sabor desagradable porque las grasas ya están descompuestas (sin que esté en mal estado).

Si esto llegara a pasar, se puede disminuir la concentración de lipasa de la leche materna escaldando la leche recién extraída. Para hacerlo, basta con calentarla en un cazo hasta que empiecen a salir burbujas en la leche del borde del cazo (cuando llega a 70ºC).

Después se echa en el recipiente donde se va a almacenar y se enfría rápidamente, se etiqueta y se guarda en el congelador. ¡Siguiendo este proceso, al descongelarla tendrá un sabor mucho más parecido al de la leche recién extraída, y el bebé no la rechazará por su sabor ni olor!

Otra opción es ofrecer fórmula infantil, pasando a hacer lo que se conoce como una lactancia mixta: en las horas en que mamá no está en casa, el bebé recibe fórmula en un biberón o en un vasito. A veces rechazan este tipo de alimentación porque el sabor de la leche no es el mismo, ni obviamente el formato, y espera a que llegue mamá a darles el pecho. Aunque puede ser duro al principio, pasados unos días el bebé asume que mamá no está, y empieza a aceptar otros modos de alimentarse.


¿Empieza la escuela infantil o se queda con un familiar?

Este cambio en las rutinas familiares obliga a los progenitores a tener que decidir al cuidado de quién desean dejar a su bebé. Hay varias alternativas al cuidado por parte de los progenitores: la familia (habitualmente los abuelos), contratar a una persona que cuide del peque en casa, las madres de día, que son madres que habilitan su hogar y tienen titulación para poder cuidar de un número limitado de peques y las escuelas infantiles.

Lo importante en todos los casos es que quien se quede a cargo del bebé sea una persona amable, paciente y respetuosa que sepa atender al bebé y ofrecerle los cuidados físicos y emocionales que necesita en una edad tan temprana.
En relación con el riesgo de enfermedades, la evidencia demuestra que podría ser recomendable, en estas edades, juntarlos con el menor número de bebés posible ya que, a más interacciones, más riesgo de padecer infecciones diversas, en una edad en la que su sistema inmunológico no ha madurado del todo.


¿Empieza la alimentación complementaria?

Aunque en las últimas décadas, hacia los 3-4 meses se recomendaba ir ofreciendo al bebé zumo de naranja, cereales y papilla de frutas para iniciar su alimentación complementaria, la última evidencia sugiere que es mejor comenzarla a partir de los 6 meses, cuando el desarrollo del bebé ha hecho desaparecer el reflejo de extrusión (aquel por el cual el bebé expulsa lo que se le mete en la boca que no sea líquido) y es el adecuado para permitirle mantenerse erguido en posición sentado para ingerir sólidos. 

Administrar al bebé alimentos, sólidos o triturados, antes de este momento aumenta el riesgo de infecciones, así como de atragantamiento y asfixia. Además, en la actualidad los expertos en nutrición y salud infantil desaconsejan ingerir (o limitar tanto como sea posible) zumos de fruta, aunque sean naturales, a cualquier edad. La fruta entera tiene muchos beneficios para la salud. En cambio, exprimida favorece la aparición de problemas como la obesidad y las caries por su alta concentración en azúcares.

Es decir, en bebés amamantados se recomienda esperar a los 6 meses para comenzar con la alimentación complementaria; en el caso de los alimentados con fórmula infantil, la recomendación es menos unánime, aunque en todo caso no se recomienda empezar nunca antes de los 4 meses. En cualquier caso, en la visita con su pediatra o enfermera/o, se os entregará información sobre el inicio de la alimentación complementaria.

¿Sentamos al bebé?

Aunque el mercado está lleno de sillitas de paseo, hamaquitas, columpios y tronas recomendadas para bebés de 3 y 4 meses de edad, los pediatras recomiendan que los bebés empiecen a estar o ir sentados en una silla de paseo a partir de los 6-7 meses, cuando el bebé ya se mantiene sentado de manera estable.

No está aconsejado forzar el desarrollo del bebé para “animarle” a conseguir hitos que en realidad son madurativos antes de tiempo. Dado que puede ser perjudicial para su salud y desarrollo, no se debe “entrenar” al bebé para que se mantenga sentado pese a que, por desgracia, sigue siendo una recomendación habitual. Tampoco es saludable saltarnos etapas, por ejemplo, sentando al bebé antes de tiempo. Poner al bebé en el suelo jugando con él en ese espacio, portearlo, tenerlo en brazos… hará que vaya desarrollando cada vez mejor su motricidad gruesa.

El bebé empieza a dormir de lado

Algunos bebés ya empiezan a ponerse de lado solos durmiendo. ¿Qué hacemos entonces con la recomendación de poner al bebé boca arriba con la cabecita ladeada en la cuna? ¡Nada! Si el bebé ya ha alcanzado el desarrollo necesario y suficiente como para girarse por sí mismo, no es necesario estar haciendo guardia frente a su cuna para cambiarle de posición cuando se mueve en sueños. Puede dormir de lado, e incluso podría dormir boca abajo si llegara por sí mismo a esa posición. 

Lo más importante en esta etapa es eliminar cualquier riesgo para la seguridad del bebé durante el sueño. No debe usarse ninguna minicuna o capazo con la pared de tela o fibras, ni chichoneras, ni peluches, ni almohadas, ni cojines, ni nada blando que pueda “robarle” el aire que respira si el bebé se mueve y acaba “pegando” la nariz a las paredes. 

Asimismo, es recomendable prescindir de cuanta ropa de cama sea posible (especialmente si son mantas o edredones pesados) y sustituirla por saquitos de dormir o un pijama grueso con ropa de cama liviana.