Ya estoy aquí mes 8 - Orangutan
La alimentación a trozos
Si el bebé empezó a comer con comida triturada, puede ser un buen momento para empezar a ofrecer trozos, ya que lo ideal es que a los 9-12 meses ya sea capaz de gestionar los sólidos. Las texturas enteras aumentan la curiosidad del peque por los alimentos.
¡A los bebés les encanta chupar las puntas del pan! Es una buena forma de comenzar a experimentar con los alimentos sólidos, si no ha empezado ya. Eso sí, es importante que sigas sin añadir sal ni azúcar a sus comidas.
La conquista del suelo
A esta edad muchos bebés ruedan por el suelo o incluso gatean. La mayoría se mantienen ya sentados con total estabilidad, ¡e incluso hacen el paracaídas para no caerse hacia el lado! Es buen momento para cambiar del capazo a la silla si no lo habéis hecho ya.
Cada vez tendrá más equilibrio y su postura será más erguida. Ya se mantienen sentados solos; son conscientes de sus nuevas habilidades, y las quieren practicar. Notaréis que os pedirá salir de la silla de paseo cada vez más a menudo. ¡Pronto quedarán atrás los paseos tranquilos!
En esta etapa también empiezan a hacer la pinza inferior y, gracias a ello, sus manos adquieren las habilidades de agarrar o soltar objetos. ¿Por eso tu peque se divierte tanto tirando los juguetes al suelo! A la hora de la comida notaréis que quiere coger la comida con sus propias manitas, empezando a usar más los deditos, y si toma biberón comenzará a agarrarlo con mayor habilidad. Es muy importante dejarle desarrollar su autonomía siempre que sea posible para ayudarle a seguir alcanzando hitos madurativos.
Aunque aún es pronto, algunos bebés ya se empiezan a intentar poner de pie, por lo que se hace necesario estar pendiente de los muebles a los que se apoyan para que no se les vengan encima. Y si no es el caso del tuyo ¡no te preocupes! Cada peque tiene su ritmo y hay algunos que no empiezan a andar hasta los 15 meses, y a veces más, sin que esto suponga necesariamente que tenga un problema en su desarrollo.
Seguridad infantil
En el momento en que los peques se empiezan a desplazar por casa, es importante proteger esquinas, enchufes, tener cuidado con los cables, los objetos frágiles que podría tirar al suelo si están al alcance de su mano (como jarrones de cristal o figuras de porcelana) y el mobiliario sin sujeción (como sillas o taburetes) que podrían volcarse si se apoya en ellos. Intenta crear un espacio seguro y despejado para fomentar su movimiento libre y el desarrollo.
La angustia de separación
Hacia los 7-9 meses aparece lo que se conoce como angustia de separación del bebé. Los bebés empiezan a pasarlo mal si no están con sus referentes de apego y, aunque muchas veces el entorno de la familia considera que esto sucede por “malacostumbrar” al bebé a los brazos, en realidad es una etapa natural en el desarrollo de los peques.
Lo que sucede en este período es que el/la bebé ha descubierto que existe como individuo independiente de sus progenitores y que estos son también independientes de él/ella y pueden separarse.
Esto le produce miedo y angustia, ya que los bebés no saben lo que es el tiempo y cuando mamá o papá se van, no tienen claro cuándo van a volver. Su instinto innato de supervivencia les impulsa a querer estar siempre con sus figuras de apego para no correr riesgos innecesarios, ya que sigue sintiéndose dependiente de sus progenitores para sobrevivir ¡y ahora es consciente de ello!
Por contra de lo que pueda parecer, la angustia de separación no es un retroceso, sino un avance en su desarrollo. Si el bebé en este momento llora más si no estamos y no quiere estar con nadie más, es porque ha creado correctamente el vínculo afectivo con las personas con las que más tiempo pasa y se aferra a ellos para vivir y desarrollarse.
No hay que hacer nada especial ni forzar las separaciones, solo comprender que es una etapa lógica en su desarrollo y pasará, como tantas otras. No hace falta dejar al bebé con nadie para que aprenda a no necesitaros ¡porque eso lo acaban aprendiendo solos cuando crecen!
Sueño infantil
A esta edad los bebés sufren una gran crisis del sueño: siguen saliendo dientes y a algunos bebés les molesta la salida de los mismos, la mencionada angustia de separación también influye muchísimo (sobre todo si los progenitores pasan algunas horas sin ellos durante el día, pues pareciera que quieren recuperar el tiempo juntos por la noche). Asimismo, los nuevos hitos en el desarrollo adquiridos les hacen estar más “movidos” porque quieren practicar sus nuevas habilidades a todas horas… En definitiva, ¡es una época en la que se despiertan muy a menudo!
El tema del sueño suele desesperar bastante a la familia, ya que afecta al descanso de todos. Lo más importante es tratar de mantener la calma y seguir manteniendo rutinas estables.
La ciencia nos dice en la actualidad que uno de los factores que más tienen que ver en su sueño es la luz a la que son expuestos, ya que las hormonas de la vigilia y el sueño dependen de esto. Se recomienda que durante el día, y sobre todo por las mañanas, los bebés y peques pasen tiempo en el exterior. Por la tarde, lo mismo. Así, su cerebro comprende cuáles son los horarios en cada momento. Y al llegar la noche, tener en casa luces cálidas y tenues para que, de manera natural, sus cabecitas les vayan induciendo al sueño (encender luces artificiales en casa que den mucha luz, o el uso de pantallas, les dice que aún es de día, y confunde sus ritmos).
De esta forma, controlando la exposición a la luz y con rutinas estables, poco a poco, el peque se irá habituando a reconocer las cosas que suceden antes de irse a la cama (baño, cena, luces tenues, cuento, canción…) y las asociará al momento de dormir. Al final, gradualmente, todos los niños y niñas duermen del tirón.